1778: José Francisco de San Martín nace en Yapeyú, en la frontera del Virreinato del Río de la Plata.
Crece entre río y monte; primeras nociones de disciplina en un ambiente fronterizo.
1784–1785: su familia se traslada a Cádiz; inicia su formación europea.
Ingresa muy joven al Regimiento de Murcia: comienza una carrera militar brillante.
Combate en el norte de África; aprende logística y mando.
Participa en la Guerra del Rosellón; experiencia táctica en frentes complejos.
1808: contribuye al triunfo español sobre Napoleón; se forja su prestigio.
En Cádiz conoce corrientes liberales; madura su decisión americana.
1812: parte en la fragata George Canning hacia Buenos Aires.
Se vincula a la Logia Lautaro; plan continental de independencia.
Funda el cuerpo modelo: disciplina, honor y táctica moderna.
1813: primer triunfo rioplatense; acción veloz y decisiva.
1814: asume en Mendoza; organiza la retaguardia de la revolución.
Reclutamiento, industria local y hospital militar: una nación en armas.
Define que la clave es Chile y Perú; liberación por los Andes y el Pacífico.
Uniformes, pólvora, herrerías, arrieros; todo Cuyo se organiza.
Escribe a Merceditas doce principios morales: libertad con virtud.
Divide fuerzas por Uspallata y Los Patos; engaño estratégico.
1817: el Ejército inicia la travesía cordillerana con frío, hambre y fe.
Choques preliminares abren camino a la batalla decisiva.
12 de febrero de 1817: victoria que libera Santiago de Chile.
Instala a O'Higgins; organiza Chile para la campaña oceánica.
Rearma y entrena; disciplina y respeto a la población civil.
1818: duro revés; mantiene cohesión y repliega en orden.
5 de abril de 1818: victoria decisiva; Chile asegura su independencia.
Con Cochrane arma la escuadra para llevar la guerra al Perú.
1820: la expedición parte de Valparaíso rumbo a la costa peruana.
Operaciones anfibias y presión naval; guerra de recursos.
Gana adhesiones locales: independencia con orden y respeto.
Establece base y avanza hacia Lima con maniobras indirectas.
Coordinación con caudillos peruanos; desgaste realista.
1821: Lima cae; se proclama la independencia del Perú.
Asume el Protectorado para consolidar instituciones.
Medidas civiles: educación, comercio, abolición de tormento.
Ordena símbolos y administración para el nuevo Estado.
El Cuzco sigue en manos españolas; se prepara nueva campaña.
1822: entrevista con Bolívar; debate sobre mando y república.
San Martín se aparta para evitar guerras entre patriotas.
Vuelve a Cuyo; vida austera y respeto del pueblo.
Parte con Merceditas; búsqueda de paz y educación para su hija.
Escribe a los pueblos: “Mi sable no será desenvainado sino contra los enemigos de la independencia.”
En Bruselas y París mantiene correspondencia con amigos americanos.
Rechaza honores y empleos que comprometan su neutralidad.
Consejos a Merceditas: modestia, trabajo y honor.
Observa con dolor discordias civiles; evita intervenir.
Estudia agricultura, economía y educación popular.
Padece afecciones respiratorias y reumáticas.
Defiende la libertad americana y la unión por encima del brillo personal.
Se establece en el puerto francés, frente al Canal de la Mancha.
Asiste a revoluciones europeas; reafirma su fe liberal y ordenada.
Cartas a Tomás Guido, Miller, O'Higgins: memoria viva de la gesta.
Vive con Merceditas y Mariano Balcarce; serenidad y lectura.
17 de agosto de 1850: muere en Boulogne; luto continental.
Desea modestia y que su sable se entregue a Rosas por su firmeza ante la agresión extranjera.
Perú, Chile y Argentina lo honran como Libertador.
Se gestiona la repatriación desde Francia a Buenos Aires.
Arriban sus restos; emoción popular y honores de Estado.
Descansa en la Catedral Metropolitana, capilla lateral por respeto litúrgico.
Su figura convoca concordia y proyecto de Nación.
Ejemplo de mando ético, austeridad y virtud pública.
El cruce permanece como escuela de resiliencia para generaciones.
Su hija custodia la memoria y la dignidad del apellido.
Hoy, en Villa de Leales, su espíritu guía: libertad con virtud y trabajo.